domingo, 21 de junio de 2009

Verano, época de siega.



Días de calor en está tierra castellana. Mala cosecha la de este año, se sembró tarde y como dice el refrán castellano “El trigo tardío no alcanza al temprano, ni en paja ni en grano”, pero además no ha llovido, la peor cosecha en La Campiña en algunos años.

Hoy leyendo en esta maravillosa ventana abierta al mundo que es Internet, hay quien piensa que la crisis pasa por una vuelta al campo, hay un movimiento de nuevos hippies, que piensan en la vuelta al campo. Eso está muy bien cuando escribes desde tu casa con el aire acondicionado puesto, un zumo frío en el vaso, el portátil encendido y en el IPod escuchas a Beethoven, en la tranquilidad de un fin de semana.

Pero la realidad del campo es muy diferente, en muchos lugares habría que llevar primero la electricidad, electricidad que tendrías que pagar, fines de semana que no existen, tus cabras, tus ovejas o tus gallinas no entienden de fines de semana, tu huerta no puedes dejar de visitarla para quitar hierbas, el Internet, pues tienes que buscar alguna solución imaginativa, los ingresos mensuales olvídate de ellos, este año algún agricultor va a terminar con saldo cero, o debiéndole dinero al banco, está gente abnegada está acostumbrada a guardar cuando han tenido buena cosecha, para estos tiempos malos futuros, eso les salva.

Carencia de todo tipo de servicios, que no quiero citar para no aburrir, desde educación a sanidad, si alguien hasta aquí piensa no es así, pues nada, animo y al campo.

Nuestros abuelos estaban hechos de otra pasta, estoy convencido, aunque nunca se sabe a donde llegaremos y lo que nos espera en el futuro, una sociedad como la nuestra que vive una cierta opulencia, lo tendría difícil en una vuelta a una sociedad rural.

Así pues, lucha por tu trabajo-proyecto o lo que hagas y no sueñes si has estado un fin de semana en una casa rural o has visto un documental cómodamente sentado que las cosas no son tan sencillas.

El campo en el siglo XXI es una industria más, que necesita financiación, que necesita tecnología, maquinaria y personas formadas para llegar ser rentable, por lo que te animo a su defensa y a su disfrute desde el lado del ocio o bien desde el lado profesional, pero lo bucólico e idílico no es posible.

sábado, 4 de abril de 2009

El campo en el cambio de estación

Bueno ya se ven los sembrados cubrir la campiña castellana. Esos trigos tempranos sembrados por el Pilar, van inmejorables. Este año la siembra ha estado dificultada por las continuas lluvias y nieves, que han obligado en algunos casos a resembrar después de que el campo estuviera seco y en condiciones.

Mi reflexión de este cambio de estación, esta dirigida a esos protagonistas que están todos los días en el mismo y hacen que nuestro campo se sostenga, los que como yo nos refugiamos en él durante el fin de semana, somos algo extraños.

La ignorancia de la administración hacia la gente del campo es total, los endomingados guardas forestales con su todo terreno dándole la charla al paisano porque ha cortado unas ramas a la retama que va tapando el camino, es un ejemplo de hacia donde nos encaminamos.

Las retamas para los que sois de ciudad, son unos arbustos, que se plantaban al borde ríos y caminos, eran la leña para los humildes, hoy las retamas están envejecidas, porque no se renuevan, estos funcionarios ecologistas subidos a sus vehiculos, impiden su corte, aunque tampoco hay quien las corte, vamos.

El campo lo da todo, esta época del año cuando las perdices se aparean, recuerdo a mi abuelo, con su escavíllo recogiendo hierba para sus conejos, también le recuerdo con su vieja navaja cogiendo collejas, es una verdura parecida a las espinacas de hojas más pequeñas y sabrosas, hoy cuando paseo por el campo veo como se tallan la collejas, la verdura la compramos cortada y lavada en una bolsa.

Son los tiempos que nos ha tocado vivir, la gente de la ciudad da la espalda al campo y los del campo sobreviven a duras penas, los abonos por las nubes y los trigos valiendo lo mismo que hace años, si pudieran también se marcharían a cualquier barrio de una ciudad donde hay horario de lunes a viernes.

Mi reflexión quiere ser positiva, hay que mejorar nuestros campos con racionalidad, creando nuevos cultivos que puedan ser rentables y que permitan a estas gentes mantener un sistema de vida cercano al de las zonas urbanas, y si el campo no es rentable hay que formar para explotarlo con turismo y ocio y por supuesto a los funcionarios en todo terreno que se vayan ha hacer el ecologista a las ciudades donde el aire está viciado.

sábado, 10 de enero de 2009

La Campiña Alcarreña con nieve.

Lo de nevar no es milagroso, ocurre en nuestra tierra desde siempre por estos días después de año nuevo, exceptuando los últimos años que no terminaba de llegar.

La nieve cumple su función natural, es buena para el campo. Nos hemos vuelto todos demasiado urbanitas y nos molesta sobremanera lo que nos pueda sacar de la rutina. He estado está mañana caminando por nieve virgen y no he encontrado a muchos paisanos disfrutando de un agradable paseo, con una atmósfera limpia y con un aire frío en la cara, está claro que cada uno tiene sus valores y como decía alguien “las mejores cosas del mundo son gratis” y hay quien no lo sabe apreciar.

No sé que pensar, creo que puede llegar un día que todo lo nos enseñan no sirva para nada.

Si a los niños los tenemos hoy en casa, frente a un televisor o a un videojuego, creo que alguien está muy equivocado.

Como os decía, hoy el campo estaba espectacular. Los animales no descansan ni con nieve y todos dejan sus huellas reconocibles en un día como hoy de nieve blanda. La sensación de ir abriendo una senda por la vereda que nadie ha pisado antes en nieve virgen, los sonidos de la nieve cayendo de los arbustos, los olores de las jaras, son algunas de las sensaciones que se pueden experimentar en un día después de la nevada.

Quiero recordar a todos que así es la naturaleza y que si todos somos defensores de lo natural y lo ecológico esto es lo que hay. Frío, barro piedras, arbustos que pinchan, esto es lo natural, claro que algunos donde puede que les guste disfrutar de esto es frente a su televisor, pronostico que mal vamos.

Hay que cambiar los valores a los jóvenes y les tenemos que formar para algo más que no solo sea ganar dinero para consumir como posesos, hay que formar en otros valores, que tiene gracia, creo que no tienen ideología política clara, vamos que yo sepa.

El conocimiento de la naturaleza: de donde sale nuestro alimento diario, el trabajo para conseguirlo, de donde viene el agua que nos llega al grifo. ¿Cuánto tiempo tarda el cultivarse la lechuga, las patatas, los pimientos o las aceitunas que has comido hoy?

Puede ser que algún día nos levantemos y no nos sirva de nada lo aprendido durante años y haya que iniciar otro aprendizaje.

Disfrutad de la nieve y de la naturaleza.

lunes, 29 de diciembre de 2008

Una Mirada atrás.


Estamos finalizando un año mas. Tiempo de balances y nuevos propósitos. Hoy he vuelto a buscar aquel libro ya amarillo de lectura obligada en la facultad. Siempre me gustó ver en los viejos libros su precio y las notas de alguien, anónimo, hoy ya las veo en mis libros, pero hay que sentirse fuerte, seguro e ilusionado aunque pase el tiempo.

El libro es una edición de 1985 de un profesor francés, Gazier “El Crack del 29”, precio 500 pesetas, comprado en la librería Fuentetaja de la calle San Bernardo de Madrid. Aunque los jóvenes de hoy no lo crean, en librerías como ésta, aprendimos a ser libres los de una generación. Hoy tengo la misma sensación de aprender y ser libre con el ordenador, en Internet.

El libro tiene mis notas al lado de algunos gráficos primitivos, hoy con cualquier hoja de calculo, se hacen los gráficos mucho mas expresivos y bastante mejores, que en el año 85, como hemos cambiado en tan pocos años.

Lo que mas recuerdo del libro, es su análisis social, la perdida de dignidad de las masas de personas que perdían su empleo, y sus hogares, en aquella terrible crisis mundial. No sé si hemos aprendido algo de aquellos tiempos, pero seria deseable trabajar en mecanismos de protección en nuestra sociedad, que protejan la dignidad de las personas.

“En todas partes se puso en evidencia una evolución: la que va, para el nuevo desempleado, de la febril búsqueda de trabajo al descorazonamiento, y luego a la apatía dentro de la calma aparente: la lasitud final de aquel que ha renunciado a todo amor propio y evita los contactos sociales en una profunda y ansiosa humillación.”

Este tipo de problemas, como el desarrollo del llamado “tercer mundo”, deberían ser nuestras preocupaciones y deseos, pero me temo que seguiremos viendo el mundo desde nuestro óptica individualista-materialista occidental. El mundo que tanto cambia, no ha alcanzado a determinados problemas pendientes de resolver y tiene que buscar soluciones, porque las hay.

Este Caballero Andante, os quiere transmitir la esperanza de ser mejores, de que siempre hay soluciones, de que los humanos somos cada vez mejores y más fuertes.

Para el próximo 2009, afrontémoslo con esperanza y fortaleza.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Crisis, Consumo y Vida.

Está claro que atravesamos un momento económico no muy bueno, sobre todo para los que pasan dificultades con el empleo, pero vamos, si analizamos de donde venimos no parece tan grave el asunto.

Si vemos los crecimientos de solo los últimos quince años, nuestro crecimiento PIB, fue de una media del 3% anual, esto es, hemos crecido de forma exponencial en estos quince años un 55,79 %, si como resultado de está crisis decrecemos los últimos años, sobre el 1 o 2 por ciento, nos encontraremos que en los últimos veinte años habremos crecido por encima del 50%, no esta mal, estas son las cifras frías.

La gente dice que este sistema está acabado y que hay que cambiar de sistema, porque se han cambiado de coche cada cuatro años y quiere seguir haciéndolo, porque se van de vacaciones en verano, en invierno, en primavera y a las rebajas a Nueva Cork y también quiere seguir haciéndolo, porque se han recorrido todas las tiendas de ropa y restaurantes y quieren seguir haciéndolo.

Los bancos no dan dinero y son malos, pero para que los bancos den dinero, alguien tiene que ahorrarlo.

Algunos tienen mucho y otros tienen poco, se habla de igualdad. Quiere decir esto que tenemos que repartir lo que tenemos, ¿estarías dispuesto a repartir con tus padres o tus hermanos lo que tienes?

Ya respondo yo, consultar con cualquiera en el tema herencias, todo son conflictos, luego no es posible.

Alguien tiene que dar un poco de sensatez y decir a todos estos que se corten un poco, no sé si será posible.

Este Caballero Andante que ya ha vivido un poco, opina que todo es mucho más sencillo. La vida es tener tus recursos básicos cubiertos, tener una preparación media, aunque siempre encontraras a alguien con más carreras, más idiomas, mas master, etc. que tú.

En definitiva, nada es perfecto arregla tu entorno inmediato, ayuda a sacar adelante a los tuyos como nos sacaron a cada uno, cuida a los mayores y no tomes decisiones que puedan amargar la vida a los que tienes alrededor.

Y recuerda, que nadie te confunda.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Crecer o no crecer

Crecer o no crecer elmundo.es
¿Es posible crecer ilimitadamente en un mundo con recursos limitados?
Expertos y pensadores plantean la posibilidad de tender al decrecimiento

TANA OSHIMA
MADRID.- ¿Desaceleración? ¿Recesión? ¿Crisis consolidada? Los titulares de la prensa de los últimos meses han desatado la alarma sobre lo que algunos pensadores, economistas y ecologistas revolucionarios consideran un desastre anunciado. ¿Realmente nos hemos creído que es posible un crecimiento ilimitado en un mundo limitado? Ésta es la pregunta que los impulsores de este movimiento en auge que no nuevo, llamado decrecimiento, lanzan al aire al tiempo que responden con rotundidad: no es posible continuar creciendo a este ritmo porque no hay recursos naturales suficientes.

Desde el siglo XVIII se ha transformado el 45% del territorio del planeta. Hoy, las ciudades ocupan el 2% de todos los continentes y crecen a un 0,25% anual. En el último siglo, la población se ha cuadruplicado �y continúa creciendo un 1% cada año� y el consumo energético y de agua por persona se ha multiplicado por 20. Científicos y decrecentistas nos alertan: «¡Hemos sobrepasado la capacidad de carga de la Tierra!».
Y es un desastre anunciado porque ya lo habían advertido expertos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en los 70 cuando prepararon un informe para el Club de Roma, y mucho antes Mahatma Gandhi, y mucho antes los mismos economistas clásicos, como John Stuart Mill o Joseph Schumpeter, quienes auguraban que la acumulación indefinida no era posible y que tarde o temprano vendría el estancamiento. Pero la euforia económica de la segunda mitad del siglo XX trajo consigo la amnesia y pronto el mundo se olvidó de sus propios límites.
La teoría del decrecimiento se presenta como una alternativa, una tercera vía hacia un mundo más feliz, que va más allá del desarrollo sostenible (al que considera un oxímoron), pero más que proponer una solución concreta pretende romper con la creencia arraigada equiparable, según sus impulsores, a la fe religiosa de que el crecimiento económico aporta bienestar. El Producto Interior Bruto (PIB), dicen, es un indicador irreal, pues no tiene en cuenta el valor de los recursos naturales, que deberían estar integrados en la economía, ni los valores intangibles que sí repercuten en el flujo económico (como el trabajo doméstico o el deterioro de la vida social debido a un exceso de trabajo), ni la calidad de vida de las personas.
El sistema económico necesita un crecimiento continuado para mantenerse.
La idea es que hoy no somos más ricos porque tengamos más coches, sino más pobres porque tenemos menos selva amazónica. En palabras del antropólogo y economista francés Serge Latouche, uno de los actuales guías de este movimiento, vivimos en «una dictadura del índice de crecimiento» que «fuerza a las sociedades desarrolladas a vivir fuera de toda necesidad razonable». Es decir, la economía actual no puede sobrevivir sin dejar de crecer, de modo que cualquier desaceleración en el crecimiento supone un duro golpe a sus cimientos, y su buena salud pasa por continuar creciendo exponencialmente. La acumulación indefinida de bienes y servicios es, de hecho, el motor del actual modelo económico. Y no es cuestión de capitalismo o socialismo, señalan, ya que todos los modelos conocidos hasta ahora se han basado en el crecimiento.
Latouche recuerda la infelicidad que está provocando el modelo vigente, con un índice cada vez mayor de suicidios, ansiedad, miedo y necesidad de protegerse de los efectos adversos del desarrollo. Precisamente, el sistema de acumulación exponencial que mantenemos hoy es, según él, el que conduce a la enfermedad social llamada consumismo, que genera una avidez ilusoria y nos hace despreciar los objetos que tenemos aún válidos, pero no nuevos para desear los que no tenemos y que el mercado nos ofrece en bandeja. Un sistema que ha llegado a su propia contradicción, ya que el ritmo acelerado de producción de bienes sería casi inversamente proporcional al ritmo de pérdida de recursos naturales. «La rueda gira cada vez más rápido sólo para mantenernos igual, o peor», explica Ernest García, catedrático de Antropología en la Universidad de Valencia.
El decrecimiento invita a adoptar voluntariamente un estilo de vida más sencillo.
Por eso, más que nunca, para los decrecentistas, el objetivo es romper con la actual tendencia y devolver el medio ambiente a la esfera de los intercambios comerciales. Nicholas Georgescu-Roegen, padre del concepto, fue uno de los primeros en detectar las fisuras en el sistema económico y alertó de que éste no se correspondía con las leyes físicas y biológicas. De esas fisuras, dicen sus defensores, surgen problemas como la pobreza. Para ellos, algo está fallando cuando las acciones de una empresa suben al despedir masivamente a sus trabajadores o cuando las guerras aumentan el PIB de algunos países. «La máquina puesta en marcha para crear bienes y productos es la misma que crea sistemáticamente la miseria», dijo el ex diplomático iraní Majid Rahnema. Nuevos indicadores como la huella ecológica se alzan como alternativas más realistas al denostado PIB.
¿Cuál es la solución? El decrecimiento no se refiere a una desaceleración o un crecimiento negativo del PIB, sino a una ausencia de crecimiento económico en favor de un aumento del bienestar, acompañado de una reducción demográfica. El lema es «vivir mejor con menos»... ¿pero cómo? En este punto es donde se bifurcan los distintos teóricos. Están los que exigen renunciar a toda tecnología, los que auguran el fin de la civilización humana, los que proponen una reducción drástica de la población o los que confían en la sensatez del hombre para hacer una transición gradual hacia una sociedad del bienestar verdadera. «Se trata de mantener cierto nivel de vida. Más lento, más pequeño, mejor», dice Ernest García. En todo caso, la transición hacia el decrecimiento no puede plantearse en términos económicos, recuerda Latouche.
Así pues, no existe un modelo definido, pero sí sugerencias de una sociedad futura basada en la cooperación, la eficiencia y el respeto a la naturaleza, donde la tecnología adecuada, como las energías renovables, nos permitirían mantener muchos de los hábitos de vida a los que estamos acostumbrados. «No es cuestión de volver a las cavernas», añade el catedrático, para alivio de muchos. Pero... ¿qué tienen de malo las cavernas?, se pregunta Latouche.

Negavatio
Una propuesta para calcular la energía ahorrada.
En 1989, Amory Lovins, del Rocky Mountain Institute de Estados Unidos, acuñó el término negavatio para referirse a la unidad de medida para la eficiencia energética, o lo que es lo mismo, de la energía ahorrada. Durante una célebre conferencia en Montreal, Lovins criticó el enorme e inútil gasto que EEUU asumía en suministrar electricidad, cuando se podía hacer de manera mucho más barata y eficiente. Concretamente, el concepto del negavatio consiste en invertir para hacer más eficiente el consumo energético en lugar de hacerlo para generar más energía. Los beneficios serían tanto para la economía como para el medio ambiente.
Lovins especuló acerca de un posible mercado en el que se pudiera negociar con estas unidades.
Factor 4
Podemos ser cuatro veces más eficientes.
En 1972, un informe elaborado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) por encargo del Club de Roma dejó atónito al mundo al plantear que el crecimiento ilimitado no era posible en un mundo limitado. Casi 15 años después, el Club de Roma encargó un nuevo informe, esta vez escrito por A. Lovins, autor del negavatio, y E.U. von Weizsäker, del Instituto Wuppertal de Alemania. El informe afirmaba que con la tecnología disponible era posible multiplicar por cuatro la eficiencia e incluso aumentar el bienestar reduciendo a la mitad el consumo de los recursos y conservando el resto. Pero la eficiencia tiene un temido efecto rebote conocido como la paradoja de Jevons que hace que el consumo de un recurso aumente cuando se incrementa su eficiencia.
Disvalor
Todo lo que no tiene en cuenta la economía.
Fue en 1968 cuando pensadores como Ivan Illich utilizaron por primera vez este concepto enmarcado en una crítica al economicismo. El disvalor se refiere a las pérdidas que no se pueden calcular en términos económicos. El filósofo alemán, conocido iconoclasta, puso como ejemplo la imposibilidad de estimar desde la economía la pérdida que le supone a un individuo la ausencia de pies en un mundo dominado por el automóvil: «El economista no tiene ningún medio de valorar qué le pasa a una persona que pierde el uso efectivo de sus pies porque el automóvil ejerce un monopolio radical sobre la locomoción». En la misma línea, otros autores critican la incapacidad de la economía para calcular el valor de los factores que aumentan el bienestar, como el tiempo libre.
Downshift
Un cambio de vida hacia la simplicidad.
Adoptar la simplicidad como modo de vida es el lema de varios de los movimientos que surgen paralelos al decrecimiento. Uno de ellos es el downshifting (rebajar nuestro ritmo de vida), muy similar (y de hecho se han unido) al movimiento Slow (apología de lo pausado). El estilo de vida slow o downshifted supone trabajar menos y dedicar más tiempo al bienestar: a estar con amigos y familia, a comer despacio, a pasear y deleitarse. Las posibilidades de lograr un downshift son más altas en las ciudades pequeñas (según el movimiento Slow, con poblaciones de no más de 60.000 habitantes). Se trata de cambiar el esquema de valores y el orden de prioridades en una sociedad en la que se dedica hasta diez veces más horas al trabajo que a los hijos.
Entropía
Lo que nos dice la teoría de la termodinámica.
El economista rumano Nicholas Georgescu-Roegen fue el padre de la economía ecológica o bioeconomía, por lo que es tenido también como maestro por los teóricos del decrecimiento. Georgescu se replanteó la validez de la economía neoclásica –la vigente– al estar ésta desvinculada de la realidad física y biológica. La gran novedad de este teórico revolucionario fue incorporar a la economía las leyes de la termodinámica. Concretamente, Georgescu se basó en la entropía (segundo principio de la termodinámica) para hablar de la inevitable escasez económica: toda producción supone una reducción de la energía. El crecimiento era, pues, perjudicial y paradójico, por estar destinado a terminar con los recursos, necesarios precisamente, para crecer.
PIB verde
En busca del indicador más fiel a la realidad.
El fracaso del PIB como indicador del nivel de vida de una sociedad ha llevado a varios economistas a pensar en un nuevo medidor que incluya otros muchos parámetros, incluidos los del medio ambiente. Uno de los nuevos indicadores es la HANPP (Apropiación Humana de la Producción Primaria Neta de Biomasa), que mide la pérdida de biodiversidad. Pero éste no mide tampoco todos los aspectos que afectan a la realidad, por lo que se barajó la idea de crear un PIB verde o Índice de Bienestar Económico Sostenible (ISEW) o el Índice de Progreso Genuino (GPI). Quizás el medidor más extendido sea la huella ecológica, que calcula las hectáreas que cada persona necesita para satisfacer su vida, incluso para absorber el CO2 emitido.

jueves, 6 de noviembre de 2008

De la cultura rural y el bienestar urbano.

Amigo/os desconocido/os, sobre la respuestas a mis líneas apresuradas anteriores y quizás poco pensadas, no puedo estar mas de acuerdo con las observaciones que se hacen.

Es por ello, que aprovecho tus comentarios para iniciar estas líneas.

No sé si hay que hacer campaña por la gente del campo, pero si tengo que decir de ellos, que no estaría de más incluir en los centros de enseñanza a estas personas. Ellos, sin haber estado en ninguna escuela, en muchos casos, son depositarios de la sabiduría popular, que poco a poco se pierde. Ningún maestro ni catedrático o doctor me han enseñado, lo que significa que el lucero viene bajo, que la montaña coronada de nubes tiene un significado, que las retamas con muchas semillas presagia un buen año de cosecha, que la observación de los primeros días de agosto, las cabañuelas, nos anuncian como será en año siguiente, y muchas más observaciones del mundo que nos rodea, transmitido de generación en generación.

Lamentablemente, el mundo rural es un gran desconocido, solo hay que mantener una conversación al borde cualquier cuneta con ese pastor que cuida su rebaño, de los pocos que van quedando, y darse cuenta que esta forma de vida se acaba. La economía de la gente del campo está muy resentida, los precios como hace veinte años, los abonos y los piensos, al contrario, por la nubes.

Volviendo a nuestros mayores, hay otra expresión que no se me olvida, “si pensáis que la gasolina es cara, no os podéis imaginar los precios del pan, la leche, la carne, si dejamos que otras países nos los suministren, por eso nos pagan las subvenciones”, hay que proteger el campo y a sus gentes porque dependemos de ellos.

Los que vivimos en el mundo occidental disfrutamos de una sociedad de privilegio, inspirada en la sociedad griega de hace más de dos mil años. En la Grecia que inspira nuestra forma de vida actual, paradójicamente la mayoría eran esclavos, solo una minoría disfrutaba de ciudadanía y libertad, a ellos les debemos los principios de la forma de organización de la vida actual.

Pues bien, afortunadamente para nosotros, algunos disfrutamos de esa libertad, respeto a las personas, democracia formal y respeto a los derechos humanos, pero a nivel global estamos como en la antigua Grecia, la mayoría de ciudadanos del mundo son esclavos de alguna manera, esto es lo que debe cambiar y ese cambio, significa que nosotros los privilegiados, tenemos que ceder.

Una reflexión ecologista final, “Los ciudadanos de Asia nunca podrán tener papel higiénico en sus servicios, no hay bosques suficientes en el mundo para satisfacer tal demanda”

Esta imagen trasládala, a cualquier bien de consumo en occidente, coches, calefacción y en definitiva todos los productos que consumimos en nuestras sociedades del bienestar.

Es necesario reflexionar y plantearnos como debe ser nuestro futuro.
Un saludo de este Caballero Andante mesetario.